Pueblito Mío

Revista digital de aventura, turismo y ambiente

Aventuras

El Ángel, un encuentro con la eternidad

Llegar a la reserva El Ángel es como adentrarse en un sueño andino. El aire gélido que acaricia la piel como una mano tierna, invita a respirar profundo y a conectar con la esencia misma de la vida.

Los polylepis, guardianes milenarios de estas alturas, se erigen como majestuosos centinelas, sus escamas de papel susurrando secretos ancestrales. Cada paso entre sus raíces es un viaje en el tiempo, un encuentro con la historia escrita en las miles de láminas que forman sus fuertes troncos.

El sendero, sinuoso y caprichoso como la vida misma, nos lleva por un laberinto de sensaciones. La vista se pierde en el horizonte próximo, y el cielo lucha por hacerse notar a través de las frondosas copas. El oído se deleita con el canto de las aves y el susurro del viento entre las hojas y las cantarinas aguas interminables. Y el tacto, sensible a cada irregularidad del terreno, nos conecta íntimamente con la tierra.

Y el sendero continúa, el camino deja de ser plano y se eleva, ascendemos unos pocos pasos y los frailejones nos dan la bienvenida. Sus extrañas formas y lanuda vestimenta, les dan una apariencia de seres de otro mundo. Sus hojas, cubiertas de una suave pelusa, retienen la humedad y alimentan la vida en este ecosistema frágil. Al acariciarlos, sentimos una profunda conexión con la naturaleza, una sensación de asombro y respeto.

El camino no es fácil, pero cada esfuerzo es recompensado con vistas panorámicas que quitan el aliento. La fatiga se desvanece ante la belleza del paisaje y la compañía de los amigos que comparten la aventura y los sueños.

En este rincón del mundo, el tiempo parece detenerse. Los días se miden por el ritmo de la naturaleza, por el lento crecimiento de los polylepis y por el eterno ciclo de las estaciones. Y nosotros, pequeños seres en un universo inmenso, encontramos nuestro lugar en este gran tapiz de vida.

Vistas: 2

Deja un comentario