Una aventura que termina en Lasso
En alrededor de 90 minutos, se llega desde el sur de Quito hasta Lasso, población ubicada en el cantón Latacunga, en la provincia de Cotopaxi.
Caminante no hay camino, suena trillado, sin embargo para quienes optamos por avanzar por caminos inciertos, se convierte en una máxima, en una frase que nos convoca a la resistencia.
En esos días en que el espíritu aventurero se apodera del ser, es cuando más me hace falta recorrer los sinuosos caminos que se dibujan en las zonas rurales. Así con esa motivación, tomé ruta y me dirigí hacia Cotopaxi. El plan, hacer fotos de los volcanes y montañas que se encuentran en el camino.
Al llegar a Mejía, desde la curva de Santa Rosa ya puede observar a varios colosos en su esplendor: a la izquierda el Rumiñahui, el Pasochoa y el Cotopaxi, . A la derecha, estaba el Atacazo y el Corazón.
Los contemplé por unos minutos, mágico momento que me evocó esos tiempos de montaña entre amigos y familiares.
Rumbo PanaSur
Desde el centro norte de Quito hasta Lasso, el trayecto puede durar más de una hora.
Seguí el recorrido hasta llegar a la entrada de Aloasí, en sus alrededores hay varios restaurantes y paraderos donde se puede degustar deliciosos platillos a un precio asequible. Luego de recargar la energía, continúe hacia el Chasqui.
El viento soplaba fuerte y a momentos la moto perdía estabilidad, tanto que un par de veces me asusté. Decidí bajar la velocidad y de paso pude admirar mejor la paisajística. Por suerte, el día era soleado y se podía disfrutar de esos verdes intensos y de los colosos que se dibujan en el horizonte.
Luego llegué a la entrada a Pastocalle. Habían dos opciones, mantenerme en Panavial o recorrer la antigua vía. La segunda opción me gustó más y me llevó hasta Lasso, un pueblo que otrora fue de los más transitados del país.
Actualmente el poblado está casi desierto: ya no hay tren, tampoco turistas llenando los restaurantes y la poca actividad existente, gira alrededor de las plantas industriales.
Casi no hay tráfico, muy pocos negocios abiertos. Poco o nada quedan de aquellos tiempos en que miles de carros atestaban sus calles y se formaban congestiones entre Lasso y Latacunga.
Lasso mantiene su encanto, ese de los pueblitos taciturnos, sombríos, enclavados en el ande. Un pueblo de gente con sonrisa nostálgica, con mirada con un leve brillo, de esos pueblos de gente que pese a la adversidad se aferran a una esperanza incierta.
Su cercanía con la parroquia Mulaló, estar a los pies del volcán Cotopaxi, permiten que Lasso tenga un potencial turístico, que bien trabajado puede brindar esperanza de vida.
Cuando vayas de visita al centro o sur del país, recuerda tomar la vía antigua y visitar este pueblito que se niega a desaparecer. Los pocos comercios que ahí encontrarás se llenarán de alegría y se esmerarán por darte una buena atención.
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