Nuestra primera nevada en el Pichincha
En un abrir y cerrar de ojos toda la paisajística puede cambiar. Los entendidos dicen que eso es típico de las zonas montañosas; mas, que la nieve nos visite no es muy común, hay que estar de suerte…
Hace pocos días ascendimos con un grupo de amigos hasta la cima del Guagua Pichincha. No estaba en los planes ir, solo teníamos planificado llegar hasta el refugio para hacer unas fotos y nada más.
La ilusión pudo más. Es que estar tan cerca de la cumbre es una tentación para quienes amamos el senderismo.
Armados de valor, porque no estábamos equipados, decidimos emprender camino. Con fe y con las ganas de vivir la aventura, avanzamos.
Ya en la cima, los truenos anunciaban que pronto caería un aguacero. Una espesa nube lo envolvió todo, así que decidimos descender lo más rápido que podían nuestros pies, que con los achaques que han llegado con los años, no es que sea muy rápido.
A unos 300 metros del refugio, donde nos esperaba el transporte, la lluvia se hizo presente… Esos pocos metros se hicieron eternos cuando la neblina escondió al refugio. Ya sin verlo, cada paso era incierto.
Al llegar a nuestro destino, nos guarecimos mientras nuestros amigos hacían las últimas tomas. Para nuestra sorpresa, las gotas de agua se transformaron en gotas de nieve.
Para muchos era la primera vez que vivíamos esa experiencia. Suerte la que tuvimos en esa tarde de marzo. No fue mucha la nevada, pero bastó para llenarnos de alegría y entender que siempre se puede vivir una nueva aventura.
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