Vive la vida… vive la aventura

Cuando tu espíritu se siente en calma pero el corazón se acelera, cuando tu mente se congela de tantos recuerdos que absorbe, cuando la vida se detiene porque estás viviendo, entonces puedes decir que estás de aventura.

¿Y cómo la consigues? ¿Y cómo la buscas?

Imagina lo que te gusta, recuerda a qué le temes, piensa en lo que te emociona.

La aventura tiene que ver con las cosas o situaciones que provocan que la adrenalina te fluya y ello, se vincula con algo primordial: en dónde y con quién estás, con lo que recuerdas, con lo que respiras.

Las situaciones de aventura tiene que ver con vencer tus miedos y limitaciones. La aventura se encuentra en ti en relación con tu entorno. Lo que quieres ser y a dónde quieres llegar…

Sentirse vivo, alegre, sonriente y orgulloso de lo que consigues, no en competencia con nadie, no buscando riesgos, solamente respirando alegría y transpirando sonrisas, no requiere esfuerzo, necesita deseo de vivir.

Mientras más late tu corazón, mientras más recuerdos guardes, mientras más aire aspires, más aventurero serás.

Solamente existe un límite, el que tú decidas poner, nadie te puede decir a dónde llegarás y por qué lo harás, únicamente tú decides sobre ti y lo que quiere hacer. No te impulsan los músculos ni las piernas, te sostienen tus sueños y te impulsa el espíritu, el impulso de aventura que todos llevamos dentro aunque lo negamos, lo ocultamos, pero él es más fuerte y nos empuja, nos ofrece sonrisas y alegrías. ¿Aceptamos su oferta?

Camina, encuéntrate contigo mismo y respira… mientras tanto, recuerda lo que aún no vives o piensas que no has vivido; pero que ya te dejó un recuerdo, un dejavú.

Vive tu vida, vive la aventura.